COLETTE

Desde nenita, Colette Wiiliamson (la niña que sostiene el muñeco negro) destacó en su familia por tener poco aprecio por los afroamericanos y latinos. Sin antecedentes de racismo familiares, llegó a liderear el Klan en el área de Atlanta.

Una noche de invierno, al quemar una cruz de madera, las llamas tocaron su capucha y se quemó el rostro y el hombro derecho.

Atendida en el Good Samaritan Hospital, descubrió -horrorizada- que la enfermera amable de voz acaramelada que la atendió, mientras tuvo la visión tapada por el vendaje, era Mary Najimy, una mulata guapísima de orígen puertoriqueño.

Sin agradecer las atenciones, Colette salió del hospital convencida de que sus cicatrices permanentes en el rostro se debían a una mala atención de la enfermera y no a las quemaduras de tercer grado.

Durante unos días, Colette sintió el rechazo de la gente al verle el rostro. Sus colegas del Klan, tampoco podían evitar el asco y temor que ella causaba. Al verse en el espejo, la mujer lloraba por la belleza perdida y añoraba los días de verano cuando sus pretendientes se peleaban por ver quien le untaba en los hombros la crema de protección solar.

Amargada y con deseos de vengarse, Colette persiguó a la enfermera. Mary estaba recién casada con Chester Najimy, un obrero de origen afroamericano y desde el auto se veía que la pareja se encontraba en la mejor etapa del amor.

Colette pidió ayuda a sus pretendientes, que también formaban parte del Klan. Su plan: darle una paliza a Chester y quemar el rostro de Mary.

Mary y Chester fueron secuestrados antes de entrar al autocinema. Él quedó inconciente por la golpiza recibida. Amarrada a una cruz de madera, Mary no podía creer que su expaciente le rociara gasolina en el rostro, encendiera su zippo y la quemara a pesar de sus ruegos.

Viendo con placer cómo Mary se retorcía de dolor, Colette no se percató que parte de su sotana se había salpicado de gasolina.

Colette y sus ayudantes abandonaron al matrimonio Najimy a su suerte. Subieron a sus autos.

En el camino de regreso, John Duke, el más ferviente admirador de Colette, iba a encender un cigarrillo cuando se percató del olor a gasolina en la sotana de la mujer y decidió no fumar advitiendo a los demás que no encendieran ningún fuego.

John dejó a Colette en su casa y ella lo invitó a pasar el resto de la madrugada en su lecho. Estaba excitada. Siempre que el Klan hacía un operativo de ese tipo, la mujer tenía sed de sexo salvaje que satisfacía con alguno de sus pretendientes. Con frialdad, John rechazó el ofrecimiento y la invitó a que dejara el Klan, aduciendo que era muy torpe con la gasolina y el fuego. Además, con esa cara, ya no podía ser líder. Daba mal aspecto a la hermandad. Sin decir adiós, John subió a su auto.

Dos días después, Colette leyó en el periódico que el Klan mató a una enfermera y a un obrero.

Desolada, Colette preparó todo lo necesario para cocinar un "apple pie". Sin embargo, lo que metió al horno fue su cabeza.

No dejó nota de suicidio.

Niñas sorprendentemente posando con muñecas en un dibujo sepia.
Personas en túnicas con capuchas y símbolos, posiblemente una escena histórica o cultural controversial.
Dibujo de una cocina antigua con parrillas y horno abierto con bandejas.